martes, 19 de abril de 2016

¿Cómo Adelgazar?


El tema más recurrente, no solo entre mujeres sino también en los hombres actualmente es el de la gordura. Simultáneamente nos bombardean con mensajes y estadísticas sobre el creciente porcentaje de obesidad en los países desarrollados y en vías de desarrollo. (Claro que no explican qué hace que la gente  esté obesa).

Aparte de la discusión por la idoneidad de los alimentos que nos suministran, las mutaciones hechas a los cereales y el laborioso trabajo de los "ingenieros de alimentos", que investigan hasta encontrar el "condimento" que logre que el plástico inflado tenga sabor a pollo y se vea como pollo, -por ejemplo-, está nuestra propia tontería.

Ya sabemos que adicionan venenos a los alimentos para que se conserven mejor. Entonces,
¡No compremos comidas preparadas, congeladas ni larga vida!

Y si decimos que a pesar de comer orgánico, fruticas de estación, verduras cultivadas cerca de nuestra casa y pollito criado en libertad, seguimos engordando, es tiempo de volver a comer "humanamente".

Como hace unos años muy inteligentemente algunos pediatras dijeron a las madres: Que no obligaran a sus bebés a comer a horas fijas, sino que dejaran que pidieran su comida cuando tuvieran hambre. ¡Qué cosa tan obvia! Después el niño se irá regularizando y comerá a horas que vayan más de acuerdo con la rutina familiar. ¡Perfecto!

Pero, y ¿Nosotros los adultos? ¡Indisciplinados totalmente! Comemos a las horas y también entre las horas.

La idea del Dr. Wallace Wattles es paralela a la del bebé. Nos dice:

¡NO COMAS, A MENOS QUE TENGAS HAMBRE!
-Verdadera hambre-

Así, hagamos el experimento de esperar a que el estómago haga su reclamo (con sus crujiditos como cuando eramos estudiantes y no podíamos salir a comer hasta que el profesor lo decidiera).

Y si no nos da hambre, esperemos un poquito más. Incluso, pasemos sin comer nada desde las 6 de la tarde hasta el desayuno, como recomienda el Dr. Mercola: El AYUNO INTERMITENTE. 

Semi-ayuno que no es más que dejar descansar el sistema digestivo por unas 12 horas mientras dormimos y que no tiene la dificultad del verdadero ayuno.

Este ensayo regularizará nuestro apetito y comeremos con gusto cuando el cuerpo lo necesite y lo pida. Nos liberaremos de las garras de la publicidad, porque no sentiremos ya más ansiedad por los productos artificiales.


Paralelamente, y sin tomarlo como obsesivo objetivo, nuestro cuerpo recuperará su grosor normal.

Entonces, mantengamos en la mente el deseo de volver a la naturalidad, sin pensar en si estamos gordos ni pesarnos diariamente, y sigamos a nuestro instinto como hacen los animalitos en libertad, (no los domésticos que ya ostentan nuestros mismos problemas de salud).

Estar gordos no es una enfermedad incurable: es mala educación. Y todos estamos muy mal educados. Pero es algo que se puede corregir. Todo está en nuestra desaforada forma de comer lo que creemos que nos gusta... Pero es un gusto adquirido... No es natural.

¿Quién podría imaginar obesos despues de la guerra mundial?
Donde no hay comida, no hay excesos y no hay obesos.

Con esta forma de comer, además, no habrá esas desagradables limitaciones, que nunca tuvieron nuestros abuelos: Nos podremos comer un buen pan integral con mantequilla de vaca, un chicharrón de vez en cuando o un postre rico cuando nos inviten a tomar onces.

Así que, a dejar de quejarse y establecer esta sencilla disciplina, que ni siquiera nos va a producir ansiedad, de lo natural que es.