¡Pobre poeta! Me dijiste:
Imagina el mundo que desees, que yo te lo otorgaré.
Y mi mente escuálida buscó y buscó
Aquellos dibujos pasteles
Aquellas figuras brillantes
Los espléndidos paraísos
La nota de las esferas
Los colores del amor
Las caricias angelicales,
Pero, ¡No!
Con angustia comprobé
Que no puedo imaginar nada distinto
De lo que racionalmente aprendí.
Busqué y busqué...
¿Cómo son las bellezas que añoro?
¿Cómo es el planeta diferente?
La calidez... el bienestar...
¿La fuente de la juventud?
Esa ternura sin celos...
Ese volar sin alas...
¡La paz!
¿Donde están?
En mi mente, al
menos no.
¡Ahí no hay ná!