La vida no es un río que fluye en un sólo sentido hasta su extinción.
Es una fuente automática que sin detenerse, circula infinitamente por la cascada, el lago, el río y vuelve a subir de nuevo a lo más alto del nevado, gracias al Gran Motor que la sustenta. Sin esfuerzo... La Rueda de la Vida. -Como el ciclo hidrológico-.
Tantas montañas qué subir y bajar... Tantas lagunas donde descansar... Tantos torrentes por raftear... Tantos mares para navegar... Tantos abismos dónde bucear.
Por ello, de la aparente muerte me interesan mucho los pensamientos que ocupen mi atención en el momento de la partida... Que seguramente estarán afectados por las circunstancias del deceso, que tiene tres posibilidades diferentes:
1. Por enfermedad corta o larga (hospital o casa¿?)
2. Natural, por vejez (hogar propio o ajeno¿?)
3. Violenta o por accidente
Así que en ese instante ¿En qué podré estar pensando?
- En mi hija. .. y mis nietos.
- En aquellos a quienes mi partida cause molestias o gastos.
- En la sorpresa de andar sin la materia.
- En la luz que tengo que buscar.
- En mi abuelita y en mi tío Al, a quienes me encantaría reconocer.
- En mi coronilla, para salir más fácil y no tener que regresar.
- En la urgencia de no apegarme a nada, para no generar nuevas ilusiones...
- No quiero tener miedo.
- ¡Fuera la incertidumbre! Quiero saber con certeza que todo está bien cómo está .
- Aguardar con calma el encuentro con la nueva escena.
Universo amado, Príncipe mío:
Concédeme el regalo de la tranquilidad y la lucidez en ese trance,
para que pueda dedicar con placidez mi mente a ti.
Concédeme el regalo de la tranquilidad y la lucidez en ese trance,
para que pueda dedicar con placidez mi mente a ti.