El poema de Rudyard Kipling, "No Desistas", que viene a continuación, me acompañó toda la vida y doy fe de su eficacia para levantar el ánimo. (Lo dibujé, lo coloqué en mi billetera, en mi agenda, debajo del vidrio del escritorio y más recientemente en mi computadora).
Es muy útil tenerlo a la vista, por nuestra tendencia a pensar que lo que nos espera tras la incertidumbre, tiene que ser malo. Por supuesto, esa forma de pensar no tiene ninguna lógica, porque existen las mismas probabilidades de que más bien sea algo bueno lo que va a pasar.
Tener miedo parece ser algo involuntario y estar fuera de nuestro control; pero en realidad, sí tenemos la posibilidad de manejarlo.
Nuestros pensamientos son los que nos generan el miedo; por lo tanto, es sobre nuestros pensamientos sobre los que tenemos que trabajar. Somos responsables de lo que pensamos, pues solamente en ese nivel podemos ejercer nuestro poder de decisión; nuestra vida es el resultado de nuestros pensamientos, como hemos dicho ya muchas veces.
Todos sabemos -teóricamente-, que debemos ser positivos siempre. Claro que otra cosa es estar en medio de un problema o una angustia. Pero de todas maneras, deshacer el miedo es nuestra responsabilidad. Somos demasiado tolerantes con las divagaciones de nuestra mente. Y en muchos casos, la dejamos volar precisamente hacia lo que no deseamos, en lugar de enfocarla en lo que queremos.
Retomemos entonces el control y dejemos entrar solamente los pensamientos relacionados con el 50% de probabilidades que nos convienen, sin pensar en nada más. Ojo: El solo pensamiento de rechazo hacia lo que no nos conviene, puede atraerlo; de forma que para nada hay que considerar el escenario inconveniente, ni para decir que no nos gustaría vivirlo. Veamos solamente el panorama hermoso y la hermosura nos rodeará.
Aquí está el poema salvador:
No Desistas
Cuando vayan mal las cosas,
como a veces suelen ir.
Cuando ofrezca tu camino solo cuestas qué subir.
Cuando tengas poco haber, pero mucho qué pagar
y precise sonreír, aún teniendo que llorar,
Cuando ya el temor te agobie y no puedas ya sufrir,
Descansar acaso debas, pero nunca desistir.
Tras las nubes de la duda, ya plateadas, ya sombrías
puede bien surgir el triunfo,
no el fracaso que temías.
Y no es dable a tu ignorancia figurarte cuán cercano
puede estar el bien que anhelas
y que juzgas tan lejano.
Lucha pues, por más que tengas
en la briega que sudar,
Cuando todo esté peor,
¡Más debemos insistir!