viernes, 31 de mayo de 2013

JC Superestrella. La Herencia que nos espera.

Hubo un Hermano Mayor que vino a contarnos de nuestra naturaleza divina. De nuestra herencia. Pero nosotros nos confundimos y lo endiosamos, en vez de seguirlo como un ejemplo, que era lo que él pretendía mostrar.

Nos dijo que todos somos dignos y que inevitablemente, queramos o no, llegaremos a lo más alto, a lo más deseable, a una dicha infinita. Que todos fuimos creados con las mismas prerrogativas, e inevitablemente herederos de lo mejor. Sin importar las apariencias actuales. Dijo que incluso quien esté clasificado como el más malo de los malvados, es igualito a los demás y tiene el mismo valor que la santa más santa.


Pero la Humanidad aún no se despierta. Sigue confundida, enredándose cada vez más por las influencias que ha dejado entrar en su conciencia, pues día tras día deja que sean otros (industria, religión, medios de comunicación, modas, política) los que dicten su pensamiento en todo sentido: la salud, el amor, el tiempo, lo aceptable, la belleza, la felicidad, lo bueno y lo malo.

Es por eso, que la explosiva emoción de la siguiente canción de la famosa ópera rock de los años hippies debería inundarnos, más que como homenaje a quien nos precedió, como el descubrimiento de que somos dignos de nada menos que todas las maravillas del Universo ¡Y todo, porque sí!. Porque somos los hijos del Creador. Ni siquiera "los hijos"... Más exactamente El Hijo, -quien en su ceguera se siente separado en diez mil fragmentos-. 

El caso es que merecemos todo, sin tener que pagar por ello; sin previamente sacrificar nada, sin humillarnos, sin flagelarnos, sin confesarnos con nadie. Todo lo anterior está en nuestra mente, porque nos  lo quisieron enseñar al revés. Porque a alguien le convenía... Pero realmente no es así: Dios no disfruta viendo cómo su Hijo sufre y lucha en un mundo sin sentido; Él solamente permanece a la expectativa de que su amada criatura despierte y se de cuenta de que ya es hora de regresar a casa.