Si quieres liberarte del ego por un rato, -dijo el maestro zen-,
imagina que eres un tronco que flota en el río.
Sorpresivo salpicar
Gorjear profundo de burbuja
Visión borrosa sobreaguando...
Silencio pasajero; espalda fría.
Golpe resortado de improviso
Algo transparente que me cubre
y me descubre.
Aquí... ¡Qué tranquilidad!